por: Héctor Hernando Parra Pérez
En plena sesión de digitalización
de material sonoro rajaleñero contenido en casete, tuve la repentina aparición
en mi mente de los personajes televisivos conocidos como “Los trovadores de
cuyes” y no precisamente por el animalito que me hace compañía desde hace unos
meses. Al escuchar a la puerca terca y reiterativa en esas vetustas grabaciones,
hice una serie de conexiones conceptuales que han traído a este escrito.
Hace unos meses, cuando nos dirigíamos
a la hermana República del Ecuador, cuando se hace necesario el paso por el
puente de Rumichaca, recordamos en grupo al legendario tamborero neivano, que hallaba
en esa palabra a su propio sobrenombre: El señor Cuellar, se destacaba como
eminente cantor de coplas de rajaleña en la ciudad de Neiva acompañándose de su
tambor, parece que desde los mismísimos años cincuentas del recientemente
pasado siglo. ¿Cómo un tamborero de la ardiente capital del Huila podía
identificarse con el puente del gélido paso entre Ipiales y Tulcán? El caso es
que ciertos motivos melódicos de la música campesina nariñense, también están
presentes en el picaresco aire del norte del Huila y talvez, si nos remitimos en
sueños a los antiguos caminos que ha recorrido el bambuco, encontremos una
mirada que nos permita esclarecer estos vínculos ahora un poco velados por el
tiempo, el olvido y el desarraigo. Al fin y al cabo, Guaneña, rima con
Rajaleña, al son del “Papa con yuca”.
De vuelta de nuestra travesía, en
la que también visitamos al Bambuco viejo de Papá Roncón, allá en Borbón; y al
tondero relatado por Víctor Mendoza Monasterio en compañía del carismático Noél
Adrianzen, allá en Piura; notamos que la puerca, como recuerdo turístico más
que como instrumento musical, abunda en las tiendas de artesanías de la capital
de Nariño. Un instrumento que nunca ha sido relacionado con los sones sureños,
los sanjuanitos o los pasillos, ahora, por cuenta de los comediantes
televisivos, se ha tornado en un ícono del bufo estereotipo pastuso, tan
emparentado con el gallego. Si sea una moda pasajera o no, lo cierto es que es
más fácil encontrar una puerca en Pasto por éstos días, que en la misma Neiva, aunque
sea por la cantidad.
Por último, no sobre decir que mucho de africano tienen esos tambores de fricción como el furruco, la puerca, la cuica y la zambumbia. Incluso, esta última, es la que más bantufonía guarda en su nombre, pese a que, de todos los instrumentos antes citados, es la que menos se ha querido relacionar con su etíope ascendiente.
Por último, no sobre decir que mucho de africano tienen esos tambores de fricción como el furruco, la puerca, la cuica y la zambumbia. Incluso, esta última, es la que más bantufonía guarda en su nombre, pese a que, de todos los instrumentos antes citados, es la que menos se ha querido relacionar con su etíope ascendiente.
Puerca que hace parte de la colección "Caballito del maizal" Elaborada por Roberto Gutierrez, taller Con las Manos, Ibagué, Colombia. Foto: Héctor Hernando Parra Pérez